MI HOMENAJE A LA FRATERNIDAD ROSACRUZ Y A MAX HEINDEL

viernes, 12 de noviembre de 2010

EL EGO


“Por medio del conocimiento de la Verdad y su práctica,
el hombre llegará a ser libre”
CAPITULO II
EL EGO
Nuestro Ego o, Yo Superior, tiene gran sabiduría como resultado de todas las anteriores reencarnaciones desde que alcanzamos la individualización como seres humanos, por lo tanto, sus experiencias son inmensas y su sabiduría grande, como resultado de esas experiencias; en él está resumida toda la evolución pasada. El Ego nos está influenciando constantemente por medio de lo que llamamos “conciencia” ya que, en esta conciencia, está grabado todo el sufrimiento y felicidad que hemos recibido después de cada vida. Su deber es advertirnos para que no volvamos a caer en los mismos errores que nos causaron sufrimiento, y guiarnos hacia el desarrollo espiritual por medio de la comprensión y el discernimiento entre lo bueno y lo malo. El Ego nos habla desde el Mundo del Pensamiento en forma de vibraciones, que se transforman en sonido y color en los diferentes cuerpos inferiores, hasta que llegan al cerebro como una voz casi imperceptible. Esas vibraciones son siempre buenas, pero dependiendo de como pensamos y cuáles sean nuestros sentimientos y deseos, así se transforman, y así las podemos recibir e interpretar para bien o para mal. Si el hombre tuviera una vida más relajada e intentara tener más paz mental, sacaría gran provecho de estos mensajes, ya que el Ego es “causa de todo bien”, y está deseando que nos esforcemos en hacer el bien y aborrezcamos el mal para poder manifestarse tal y como es.
Cuando el Ser humano persiste en ser altruista, amoroso, comprensivo, tolerante, etc., está elevando la vibración de sus diferentes cuerpos y está purificando la materia de la que están compuestos, esto hace que vaya haciendo camino para la unión de la material con lo espiritual, de la persona con Dios. Si por el contrario, el Ser humano está lleno de malicia, rencor, envidias y cosas similares, está atrayendo materia de ese grado de vibración hacia sus cuerpos, y está obscureciendo y cerrando la puerta a los consejos y guía del Ego. Cuando el hombre actúa así se pone en contra de las Leyes Divinas y de la evolución de su propio espíritu.
Cuando el ser humano alcanza el grado de desarrollo espiritual necesario para comprender estos principios filosóficos, y comienza a actuar de manera positiva, intentando ver lo Divino y bello que existe en todo lo que nos rodea, es señal de que el Ego ha recorrido mucho camino. Cuando el hombre piensa en sentido amoroso y desinteresado en su deseo de crecimiento y actividad, y si trabaja consciente y voluntariamente, eleva su conciencia y poder espiritual para que el Ego pueda manifestarse.
Así podemos ver que lo que es malo conlleva el germen de la destrucción y lo que es bueno el de la salvación. Lo malo será transformado o destruido, lo bueno reinará como Voluntad Divina en la conciencia de la humanidad. Todo lo bueno es evolución, es la parte activa de la conciencia del Alma. Cuando el Ser humano domina sus vehículos inferiores y se une a esa conciencia del Alma, está haciendo que nazca el Yo Superior. Sólo así seremos conscientes de la Divinidad que está oculta en nuestro interior.
Según evoluciona la humanidad por medio del Renacimiento y la Ley de Consecuencia, así se va convirtiendo el Ego en el conductor de sus vehículos, y les va dirigiendo hacia nuevas y elevadas experiencias por medio de la cultura, religión, filosofía, etc. El Ego intenta manifestar lo mejor de él mismo para que seamos instrumentos de amor y sabiduría, y para que seamos medios de manifestación en la Obra Divina y así poder liberarse de su atadura a la Tierra. Lo material se debe unir a lo espiritual, pero eso no puede ocurrir hasta que el hombre, de una manera consciente, intencionada y voluntaria, sea creador de todas las mejores virtudes humanas.
Según alimentamos el sentimiento de fraternidad, amor y altruismo, vamos incrementando la conciencia espiritual y sentimos la presencia del Poder Supremo; según nos desarrollamos espiritualmente nos sentimos más unidos al género humano y más nos duele el dolor ajeno. Cada individuo debe escuchar a su Yo Superior, debe intentar ponerse en su puesto para identificarse con él, y sentir sus inspiraciones y enseñanzas para fortalecer sus lazos de comunicación. Cuando confiamos en él, nos manda todo su amor y sabiduría en forma de iluminación para que la compartamos con las demás.
Alguien se puede preguntar ¿Exige algo nuestro Yo Superior? Naturalmente que sí, él quiere que no nos apeguemos a lo temporal y material por medio de deseos y pasiones; que practiquemos el discernimiento para distinguir el bien del mal; que cuidemos nuestros cuerpos de expresión puros y limpios para poder experimentar y aprender durante más tiempo aquí en la tierra; que practiquemos y elevemos las virtudes humanas, y que tengamos confianza en Dios.
Debemos desarrollar el “músculo espiritual”, y si queremos fortalecerle y utilizarle para nuestro propio desarrollo, debemos empezar por autocontrolarnos y autodirigirnos para aprovechar las oportunidades que nos surgen todos los días, y decir como alguien dijo “No importa lo estrecha que sea la puerta y lo cargado de castigos que esté el camino, yo soy el señor de mi destino y el capitán de mi alma”. Cuando nos llega el momento, en una determinada vida, de comenzar voluntariamente a recorrer el Sendero que algunos llaman de aceleración o retorno, debemos comenzar de una manera sistemática a erradicar las indulgencias que tienden a estimular lo que pertenece al yo inferior. Nunca debemos expresar nada que sepamos que es perjudicial para el desarrollo del Ego. Debemos aprender o controlar todos los deseos y apetitos que pertenecen a lo físico, el temperamento, el carácter, y a utilizar las actitudes de tendencia espiritual. Nuestro deber es poner en práctica nuestro conocimiento espiritual ante cualquier circunstancia y prueba de la vida, pero además, debemos mantener nuestra “casa” en orden y no dejar que entre ningún intruso en ella. Debemos tener la seguridad de que nada se interponga entre nuestros deseos de elevación y nuestro Yo Superior.
Tarde o temprano, el que inicia el sendero de desarrollo espiritual, debe aprender a sacrificarse en favor de su Yo Superior. Es el sacrificio de lo que desea la personalidad de lo que se debe deshacer para el engrandecimiento del Espíritu. Cuando se hace ese sacrificio nos damos cuenta que, lo que parecía ser perder una vida de disfrute no era tal, y que por el contrario, descubrimos que hemos ganado una vida inmortal. Es cierto que debe hacerse una ofrenda completa de todo lo que amamos y apreciamos, pero también es cierto que hallamos una vida superior cuya felicidad es indescriptible, porque el sentimiento es tan profundo que no se puede expresar.
Cuando nos sentimos felices gracias a nuestro desarrollo espiritual, no debemos bajar la guardia ante las tentaciones y pruebas de la vida, además, es lógico que como efecto de todo esto nos surja una importante preocupación, esta preocupación es que nada de nuestra naturaleza nos obstaculice para ser expresión perfecta de ese Yo Superior. Somos su instrumento que puede ser usado por su voluntad y debemos mantener esta actitud ante nuestra vista como el estado de conciencia al que aspiramos. A través de su desarrollo, el ser humano llega a un nivel en que se da cuenta de que uno de los deberes más importantes es trabajar para el beneficio y sostenimiento de la humanidad. Este es uno de los pasos más elevados porque para ello debe dejar de identificarse con las formas separadas y identificarse con la Vida Una (que se expresa en vidas individuales) para intentar elevarlas a la perfección. Identificándose así, debe trabajar enteramente por el bienestar y auxilio de sus semejantes y de todo el mundo. La Vida es Divina en todos los niveles y tiene diferentes formas de expresión, si ayudamos a la evolución en alguna parte del Todo, estaremos cooperando con el Plan Divino.
Si queremos colaborar en el desarrollo espiritual de nuestro Ego, debemos tomar conciencia de lo que es la Vida Una, una vez hecho esto, tenemos que tener siempre presente que no hay que despreciar ninguna vida por muy poco evolucionada que ésta sea, si lo hacemos, debemos tener muy bien grabado en la mente el siguiente mensaje, “Respeta la vida como la respeta los que la desean”. El reconocimiento de esta verdad fundamental significa que el ser humano debe amar a sus semejantes y interesarse por ellos como parte de la Vida Universal. Nuestro deber es ver la vida en todas sus más amplias posibilidades. El resultado es que cuanto más evolucionado sea el Yo Superior, más tolerante con toda la vida manifestada será y tanto más grande será su compasión por los demás, puesto que intenta manifestar la Compasión Divina.
El poder del espíritu o primer aspecto de Dios es “Voluntad”, el Yo Superior debe utilizar la voluntad para su desarrollo espiritual por medio de las experiencias. Según se desarrolla, adquiere “confianza propia”, y gracias a la confianza propia, empieza a darse cuenta de que la fuerza de su Espíritu es la fuerza de lo Infinito que le impulsa porque es uno con su propio Espíritu; la confianza en su espíritu, a su vez, se convierte en confianza en Dios. Nosotros somos parte de Dios y confiando en Dios confiamos en nosotros mismos porque cada uno de nosotros es una chispa de lo Divino. Solo necesitamos darnos cuenta de ello y desarrollarlo, entonces el Ego se convertirá en ese Espíritu parte del Todo.
A algunas personas les parecerá difícil llevar a la práctica todo lo mencionando, son pasos elevados que cuestan sacrificio y esfuerzo constante, pero para acercarnos al Yo Superior debe ser así. Es curioso, pero en este nivel espiritual que estamos comentando, a veces nos encontramos con cosas que no entendemos, por un lado y sin darnos cuenta, nos aislamos del mundo en que vivimos y de las personas con las que tratamos, y por otro lado, queremos unirnos a todo el mundo fraternalmente. En este caso, el ser humano debe ser cauto para no crear una forma de vida separada del resto de las personas, más bien al contrario, debe fortalecer el Yo Superior por medio del amor a todos, aunque no se relacione con las personas que lo hacia antes. Lo mismo que el Sol ilumina y da calor a toda la humanidad y no toma nada de nadie, así nosotros debemos aprender a estar solos frente a las adversidades de la vida y valernos de nuestro discernimiento y conciencia interna para dar luz y calor allá donde estemos, pero sin necesidad de relacionarnos con todas las personas. De cualquier forma, esta separatividad no es real porque estamos unidos a todos los demás hermanos en Espíritu.
Estamos hablando del Ego y su mundo, y de cómo alimentarle o aumentar nuestra conciencia en relación con él, pero sería bueno preguntarnos lo siguiente ¿Cuántas veces nos ocupamos de servir y alimentar al Ego con nuestras buenas obras de una manera consciente y voluntaria? Normalmente, muchas personas que están en el Sendero del desarrollo espiritual, se quejan de que no tienen ayuda de los mundos espirituales o de su propio Yo Superior, yo preguntaría a estas personas ¿Cuántas veces actúas en nombre de tu propio Yo Superior? Cuanto antes y más trabajemos con nuestros pensamientos y sentimientos para elevarle hacia una vida libre de críticas, malos pensamientos, egoísmos, etc., antes conseguiremos su ayuda. Haciendo esto, más ayuda recibiremos de nuestro Yo Superior e incluso de otros elevados seres que están pendientes de nuestro desarrollo. Por otro lado, cuanto más nos esforcamos en identificarnos con el Ego y llevar a cabo la misión que él desea que se cumpla, más claro veremos el porqué de la vida y mejor sabremos solucionar los problemas. Si alguien se pregunta ¿Qué es lo que el Ego desea que hagamos? Yo le pregunto, ¿Qué sientes o has sentido cuando has hecho una obra con todo tu corazón y todo tu amor? Eso que has sentido es la vibración que nos manda nuestro Ego como expresión para decirnos ¡bien hecho, sigue así y los dos pronto seremos Uno ante Dios! Por lo tanto, debemos persistir en establecer dentro de nosotros mismos esas vibraciones que hacen que nos unamos a él, o al menos, debemos tener cuidado para no entorpecer su desarrollo con nuestras actitudes.
¿Nos hemos puesto a pensar hacia dónde se dirige el esfuerzo y desarrollo del Ego? Como es lógico, hacia su unión con lo Divino y Primordial, hacia el Padre, hacia la colaboración en la gran Obra del Logos; luego entonces, si nosotros nos esforzamos para unirnos a nuestro Ego, debemos trabajar en la misma línea para el desarrollo de las virtudes y poderes, para así ser más útiles en su servicio. Olvidándonos de nosotros mismos por el trabajo desinteresado, crecemos como partes del Ego y a su vez como partes de Dios, de modo que, no es pensando en nosotros mismos, sino luchando para favorecer y ayudar a otros como más avanzamos hacia nuestra meta. La gran Idea es “El cumplimiento de la perfección en la Gran Obra de Amor del Logos, nuestro Dios”. Naturalmente, que una de las primeras cosas que tenemos que desarrollar para trabajar por esa unión con nuestro Ego, es tomar conciencia de que existe en nosotros mismos, que somos nosotros mismos cuando intentamos ser amorosos con los demás sabiendo que ellos también son hermanos nuestros en espíritu. Si no podemos ver a Dios en nosotros mismos, no lo podremos ver en los demás, porque hasta que no nos reconozcamos como tal, no nos responderá nuestro Dios interno; y si no nos responde, no podremos actuar como instrumentos suyos en esta vida. Dicho de otro modo, hasta que no seamos capaces de ver el lado noble y espiritual de todos los seres, y hasta que no rechacemos todo lo vulgar e inferior que impide el desarrollo espiritual interno, no podremos responder a nuestro Ego y entender la Vida Superior.
El camino que unifica el Yo Superior con el Yo Universal comienza con el inegoísmo, el egoísmo es una de las barreras más altas que debemos superar, y sin embargo apenas lo vemos. Si meditamos nuestra forma de pensar y de actuar en general, comprobaremos que el egoísmo está en casi toda nuestra vida, aunque a veces nos cueste verlo. Algunas de las cosas que un discípulo debe desarrollar y llevar a la práctica para luchar contra el egoísmo es la humildad, la sencillez y el pasar desapercibido. El Ego siempre nos intenta decir que si tenemos que tener egoísmo sea siempre por lo espiritual y no por lo material, porque lo material es lo que le ata al renacimiento. Cuando el hombre se apega a lo material, debe vivir con la intención de hacerlo como si fuera para su Yo Superior, o mejor dicho para Dios, -así no caemos en el egoísmo- Nunca debe esperar que lo elogien, adulen ni nada parecido, porque sabe que todo lo que es y tiene, es gracias a Dios.
El discípulo no busca el éxito, sino que si le viene lo acepta como premio de algo bueno que ha hecho antes; no quiere ser el primero, simplemente cumplir con su trabajo, deberes y responsabilidades; no trabaja para su beneficio propio, sino que lo hace pensando en la humanidad porque sabe que su trabajo y posición también es gracias a otros; no piensa en los resultados de sus obras, porque sabe que el deseo por lo material le esclaviza, por lo tanto, trabaja para la humanidad y para Dios. Por eso está escrito: “Los últimos serán los primeros” “El que quiera ser el primero que sea el último y el servidor de todos” “Buscad primero el reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura” Después de analizar esto, podemos decir que el Ego intenta enseñarnos que el verdadero trabajo del hombre es hacer todo con amor, como si fuera para Dios; que la mayor satisfacción es “servir” allá donde podamos, porque lo que hagamos por la humanidad lo hacemos por Él; y que; el mayor progreso lo hacemos por medio de actuar voluntaria, consciente, y persistentemente.
Para corregir esto debemos comenzar con las cosas pequeñas, vencer el orgullo, el odio, el rencor, la arrogancia, estos son los primeros pasos para hacernos fuertes. Según controlemos nuestras debilidades y espiritualicemos nuestro carácter, iremos tomando fuerza para superar otras cosas peores. Lo importante es ponerse a trabajar con la clara idea de que somos un Ego que intenta manifestarse plenamente, pero que se lo impide todo lo negativo de nuestro carácter, actitudes y forma de afrontar la vida. Debemos hacernos a la idea de que somos un centro de Amor que intenta beneficiar y ayudar a los demás, porque haciendo eso, indirectamente nos beneficiamos nosotros mismos, pero ¡cuidado! No actuemos con esa intención, porque eso sería una forma sutil de egoísmo.
La comunicación con nuestro propio Ego yace en nuestro corazón, así que, cuando actuamos de corazón, lo estamos haciendo como el verdadero Ego. Si tenemos nuestra conciencia puesta en todo lo que hacemos, estaremos actuando con toda nuestra mejor intención para el desarrollo espiritual. Esto significa que derramamos toda nuestra fuerza en lo que hacemos, la reforzamos y además, anulamos todo lo que se relaciona con la personalidad; o sea, nos acercamos a la Verdad Divina y dominamos a lo inferior haciendo de la personalidad una expresión del Yo Superior. Como Egos evolucionantes y hermanos del prójimo, debemos tener siempre presente que actuar con el corazón en nuestra relación con ellos, es dejar a un lado los intereses propios e intentar llegar al corazón de las cosas y de ellos mismos para dar lo mejor que tenemos, de esta forma, la Fuerza Divina se realizará en nosotros para hacernos cada vez más grandes servidores de la humanidad.
A lo largo del camino y según vamos dominando y transformando nuestro carácter, temperamento y forma de ver la vida, vamos sintiendo cada vez más fuertemente el amor, la buena voluntad y lo bello de las personas. En esa etapa ya echamos cómodamente a un lado algunas de las cosas de la personalidad que no nos gustan y actuamos guiándonos siempre por nuestros mayores y más elevados ideales. Mostramos de manera más constante nuestro espíritu de ayuda humanitaria, pero debemos tener cuidado porque siempre estaremos en peligro de caer en nuevas tentaciones que creemos vencidas o en otras nuevas. Somos tentados y probados para elevarnos y fortalecernos, y eso nos puede venir en forma de aspiraciones materiales, de elevación y otras muchas pruebas que pueden hacer que renazca el egoísmo, la arrogancia, la envidia o la simple crítica. Por lo tanto, debemos estar siempre alerta y no olvidar nunca que cuando estamos en esta etapa del Sendero, los Maestros nos observan esperando el momento en el que estemos preparados para ser sus discípulos.
Es bueno y trae excelentes resultados, hacerse a la idea de esta realidad, cuando intentamos actuar como nuestro propio Yo Superior estamos aumentado la Luz espiritual, y eso atrae la visión del Maestro. Si pensamos que podemos ser discípulos de un Maestro y intentamos ser su instrumento para beneficio de la humanidad; si dejamos que su fuerza fluya por nosotros sin adulterarla ni mancharla; y si hacemos todo lo posible para que este vínculo no se rompa; veremos como nuestras actitudes en la vida cambian para el bien de nuestro propio desarrollo. Naturalmente que para llevar a cabo esto, debemos tener siempre presente la presencia del Maestro como supervisor de nuestras actividades y forma de pensar, además, debemos estar siempre alerta para que nuestras cosas negativas no le lleguen e interrumpan la conexión. Nuestro deber principal es estar serenos, pacíficos, haciendo que nuestros sentimientos y pensamientos sean los más elevados porque, actuando así, antes nos capacitaremos para estar cara a cara ante su presencia. En este caso nuestra mente y deseos deben estar siempre a disposición del Maestro o, mejor dicho, deben ser sus instrumentos de expresión aquí en la tierra.
Dicen los Maestros que siempre están observando a la humanidad para ver cuándo se enciende una nueva luz en la oscuridad. Cuando las ven, no pueden dejar de observarla e intentan ayudar a esa persona para no que no cese en sus esfuerzos en la decisión que ha tomado, y para que esa pequeña luz se convierta en una llama que ilumine a los que le rodean. De esa manera tiene que trabajar la persona que desea evolucionar, su persistencia en hacer el bien debe encender su Luz, y al entregarse en servicio amoroso a la humanidad se convertirá en una llama que dará luz y calor a los demás.
No es fácil poner los diferentes cuerpos a disposición del Ego para que él se exprese tal y como es, pero bien vale la pena hacer constantemente todo lo que podamos para ello. No basta con decir que vamos a hacer lo que éste libro diga que es bueno, si estas enseñanzas no penetran en nuestra propia vida y las llevamos a la práctica, no conseguiremos nada. Debemos aprovechar todas las oportunidades, aún en medio del tumulto, de la excitación y de los problemas de nuestra vida cotidiana; debemos estar ansiosos de encontrar oportunidades para el desarrollo y para llevar a la práctica todo este conocimiento. Sólo los que se esfuerzan y persisten en actuar de acuerdo con esta filosofía, se están preparando y están encendiendo la Luz que hará venir al Maestro.
El Ego es la Voz de la Conciencia, y como tal sabe lo que es correcto y lo que no. Cuando nuestro desarrollo permite una más clara expresión del Ego, no sólo actuamos intentando hacer y ver lo recto, sino que, además, pensamos en las consecuencias que eso puede traer y cómo puede afectar a los demás. No debemos pensar en los efectos de nuestras acciones desde el punto de vista del beneficio, sino desde el punto de vista de beneficiar a la humanidad ya que, las Leyes Divinas se encargan de darnos lo que merecemos. Para hacer esto, es imprescindible el discernimiento entre lo real y lo irreal; lo que se relaciona con el Ego y lo que se relaciona con la persona; lo que obstaculiza o lo que favorece la expresión del Ego; lo duradero o eterno y lo perecedero o material. Esta práctica es muy importante y debe ser puesta en práctica constantemente.
También dicen los Iniciados que el ser humano tiene que desarrollar dentro de sí mismo al “Niño Cristo”. Cuando estamos encaminados en el Sendero, por cada buena acción, pensamiento y palabras desinteresadas, altruistas y humanitarias, atraemos materia espiritual hacia los cuerpos invisibles, y cuanto más actuemos así, mayor cantidad retenemos para engrandecer y hacer que brillen nuestros cuerpos. Esta materia espiritual es la base de un nuevo cuerpo que debemos formar llamado Cuerpo-Alma, para hacer crecer ese Cuerpo-Alma, debemos alimentarla con las buenas acciones de Amor y abnegación, y por medio de no practicar lo que perjudique a los demás. Si no la alimentamos muere de hambre, por eso nuestro deseo de superación y nuestros anhelos espirituales deben estar siempre presente en nosotros. Ese Cuerpo-Alma es el futuro cuerpo para poder funcionar en la próxima etapa de desarrollo de la humanidad en este planeta. Cuando este Cuerpo-Alma se desarrolla, nace el Niño Cristo en nosotros y tenemos que alimentarle con esa materia etérica espiritual que resulta de nuestros buenos actos. Este Niño Cristo es una Fuerza Radiante y benéfica para el mismo Ser humano y para su utilización en bien de la humanidad. Es una armadura que ningún mal puede atravesar y que, además, hace que el mal que nos intenta penetrar se vuelva contra la persona como lo hace un boumerang respecto al que lo lanza; esto, al fin y al cabo, es una Armadura de Dios, una armadura que nos protege y ayuda siempre que nuestro deseo sea el del amor y el servicio al prójimo.
No podemos amar a nuestro Yo Superior, si no nos aproximamos a él por medio de nuestras buenas acciones, y no podemos aproximarnos, si no comprendemos lo que él representa en cada ser humano No podemos amarlo sin sentirlo, y no podemos sentirlo si no existe en nosotros mismos. Debemos amar lo Divino en la humanidad tanto como lo Divino en nosotros mismos, una vez hecho esto, seremos uno con el Yo Superior y no habrá nada que no podamos conseguir.
Si deseamos ser un hermano más que camina en compañía de otros hacia la cima de la montaña, debemos penetrar en nuestro corazón, conocer la Divinidad que se manifiesta en nosotros como un Alma inmortal, y buscar en nosotros lo perfecto e inmutable. Cuando encontremos y consigamos esto, nuestra luz se unirá a la de los demás para poder actuar como bienhechores de la humanidad que velan por el desarrollo espiritual. Debemos saber que en esa “Hermandad” no caben las imperfecciones y, por lo tanto, el fuego del Amor de Dios debe consumir todo lo opuesto a Él. Debemos ir siempre con estas verdades como si formaran nuestro propio cuerpo y nos debemos rodear de un aura esplendorosa que no permita la entrada de ninguna substancia corrupta producida por pensamientos impuros. Nuestros sentidos internos se deben abrir a la perfección de las verdades espirituales y nuestra mente debe estar iluminada por la Sabiduría Divina. Cuando lleguemos a este punto se despertaran los poderes internos que nos harán invencibles, sufriremos una transformación y una restauración que harán de nosotros un Ser de Luz, y nuestro cuerpo será la mansión del Espíritu Divino.
Dice el maravilloso libro “Luz en el Sendero”:
“Manténte ajeno a la batalla que empieza, y aunque tú pelees,
no seas el guerrero; Busca al Guerrero y deja que pelee en ti;
Recibe sus órdenes para la batalla, y obedécelas;
Obedece, no como si fueras un general, sino como si fueras tú mismo y
como si sus palabras fuesen la expresión de tus secretos deseos;
pues él es tú mismo, aunque infinitamente más sabio y fuerte que tú;
Búscale antes de que en el fragor y fiebre de la batalla puedas dejar de percibirlo;
pues él no te reconocerá a menos que tú lo conozcas;
Si tu grito llega a su oído atento, entonces luchará en ti y llenará el triste vacío del interior;
Y si esto sucede, entonces podrás permanecer sereno e infatigable durante la batalla, manteniéndote apartado y dejándole pelear por ti;
Entonces será imposible que des un solo golpe en falso;
Pero si no lo buscas, si pasas a su lado sin percibirle, entonces no hay salvaguardia para ti.
Tu cerebro te turbará, y tu corazón se tornará irresoluto, y en medio del polvo del campo
de batalla, tu vista y sentidos se oscurecerán; y no distinguirás a tus amigos de tus enemigos.
Él es tú mismo, sin embargo, tú eres finito y sujeto a error. Él es eterno y seguro. Él es la verdad eterna. Una vez que haya penetrado en ti y se haya convertido en tu guerrero,
jamás te abandonará por completo, y en el día de la gran paz, él y tú os convertiréis en uno”
MEDITACIÓN
Antes de nada y como para cualquier otra meditación y relajación, ponte en una posición cómoda de tal manera que no tengas que estar pendiente de ninguna molestia, la mejor posición es la que haga que te olvides cuanto antes de tu cuerpo físico. A continuación, relaja todo tu cuerpo comenzando por los dedos de los pies, suelta todos los músculos e imagina que tu sistema nervioso está bajo tu control y por lo tanto te obedece. Sigue relajando todo tu cuerpo desde las piernas hasta el tronco, luego pasa a los dedos de las manos y brazos, y a continuación relaja muy profundamente la zona de tu cuello, esto es muy importante. Procura que tu columna esté más o menos recta y la barbilla un poco inclinada hacia adelante, luego termina por relajar toda la cabeza, párpados, mejillas, mandíbulas, frente, etc. Este no es un libro de relajación y por eso sólo doy las líneas generales para que cada uno practique a su manera o como mejor pueda.
Después de la relajación estarás mejor preparado para meditar sobre ti mismo como Yo Superior. Una vez relajada también la mente y teniendo en cuenta que eres tú el dueño de la misma, comienza el siguiente ejercicio: Comienza por repetir la frase “Yo soy Yo”, pero intentando causar la sensación de que estas por encima de la mente y fuera del cuerpo. A continuación añade estas otras frases “Yo no soy el cuerpo físico, soy su dueño y puedo hacer con él lo que quiera” “Yo no soy mis deseos ni mis pasiones, yo estoy por encima de ellos y las puedo transformar porque tengo el Poder del Espíritu” “Yo no soy mi mente y, por lo tanto, puedo utilizarla para pensar cuando y lo que Yo quiera”.
Sin dejar de repetir “Yo soy Yo”, combinad estas palabras con las frases mencionadas anteriormente, pero siempre con el sentimiento y la convicción de que verdaderamente tenéis todo ese poder y estáis por encima de esos vehículos. Debéis hacer todo lo posible para intentar sentiros por encima de ellos, utilizad la imaginación y la visualización si os hace falta, pero el sentimiento debe ser de comprensión y el convencimiento, de que todo es verdad y de que luego y a partir de la meditación, vais a poder hacer todo lo que meditéis. Meditad sobre vuestra forma de ser en la vida diaria, y ved como el “Yo” no se puede manifestar porque está velado por los deseos y por la mente. Meditad y ved de qué manera y cómo muchísimas veces a diario, perdéis la oportunidad de doblegar estos instrumentos. Meditad y comprender cómo y cuándo debéis imponeros sobre vuestros cuerpos para hacer lo que vosotros queréis como Yo Superior. Estad atentos a no desviaros hacia otras cosas y pensamientos, tenéis que utilizar la mente para lo que vosotros queráis y para crear los sentimientos que creáis conveniente. Vosotros sois el Poder y como tal, teneis que identificaros con el Yo Universal, no caigáis en la tentación de pensar que vosotros hacéis las cosas; pensad que “vuestro cuerpo hace lo que queréis; que vuestro cuerpo de deseos desea lo que vosotros queréis sentir y desear; que vuestra mente piensa lo que vosotros queréis pensar; y que podéis dominar siempre y en todo lugar a vuestros instrumentos.
Si queréis facilitar este ejercicio durante el día y desarrollar esa conciencia, intentad observad cómo se expresan esos vehículos, estad pendientes de lo que hacéis para dominarlos, guiarlos y educarlos. Debéis ser vosotros mismos, debéis llegar a dominarlos de tal manera que sea el Yo Superior, quien se manifieste en pensamiento, palabra y obra. Dad libertad a todos vuestros ideales elevados y espirituales y a vuestros deseos amorosos y desinteresados, actuar siempre de una manera justa, honrada y noble, así manifestareis lo que verdaderamente sois: “Una parte del Amor Infinito que se manifiesta con Sabiduría a través de su Inteligencia y de sus Actividades en el mundo físico.

* * *

del libro "Métodos esotérico-prácticos para el desarrollo interno" de Francisco Nieto Vidal

1 comentario:

  1. EL EGO INCLUYE EL YO INFERIOR Y EL YO SUPERIOR, NO PODEMOS DECIR QUE EL EGO ES EL YO SUPERIOR, PORQUE SERIAMOS ANGELES, Y NO LO SOMOS.
    LA LUCHA ENTRE EL YO INFERIOR Y SUPERIOR ES LA ACCION DEL EGO

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