MI HOMENAJE A LA FRATERNIDAD ROSACRUZ Y A MAX HEINDEL

viernes, 12 de noviembre de 2010

EL KARMA



Lo que sembréis con vuestras acciones
cosecharéis como fruto”

CAPÍTULO VII
EL KARMA
La palabra “karma” suele estar cada día más en boca de las personas que se interesan por los conocimientos esotéricos, esta palabra significa “acción” y está unida a la Ley de Causa y efecto, y en cierto modo, a la de Renacimiento. Es muy importante tener claro que el Ser humano es la causa de todo el bien y todo el mal que existe, tanto en sentido individual como colectivo. En otras palabras “Cada pensamiento, palabra y obra que el hombre hace, tiene su efecto sobre él mismo y sobre la humanidad”
Si hay un “Plan Divino” perfecto, y se debe llevar a cabo hasta su perfección, debe de haber Leyes Divinas y perfectas que actúen justamente dando a cada uno lo que se merece, pero siempre con la mejor intención. Si esas Leyes nos deben llevar a la meta de perfección por medio del desarrollo interno, debe ser siempre por medio del Amor, igual que nosotros queremos guiar a nuestros hijos por el mejor camino y a veces les tenemos que castigar, pero lo hacemos por su bien y no por caprichos personales. Estamos en un Universo donde rigen las Leyes Divinas -como en la Tierra rigen las creadas por el hombre- y no las debemos violar, pero sí las podemos conquistar para trabajar con ellas. Actuando así, no crearemos mal ni desarmonía en el Universo porque todo mal es el resultado de la ignorancia de estas Leyes, y más concretamente de la de Causa y Efecto.
Antes de centrarme en el Karma, quiero explicar algo sobre los “Elementales” que tanto mencionan algunas personas. Todos los mundos están habitados por innumerables Jerarquías, unos por encima del hombre como son los Ángeles, Arcángeles, Querubines, Serafines, etc., y otros por debajo y que normalmente les conocemos como espíritus de la naturaleza -Gnomos, Ondinas, Silfos, Salamandras, Devas, etc.- y elementales. Estos seres inferiores no pertenecen al esquema evolutivo de la humanidad pero, sin embargo, su mundo está compenetrado con el nuestro, ya que es de materia más sutil, y no nos molestamos unos a otros en ningún sentido. Es decir, que lo mismo que en una habitación puede haber varios tipos de alumbrado -vela, fluorescente, bombilla, etc.- y cada uno cumple su misión sin molestarse para nada, así el mundo físico está compenetrado por otros mundos etéricos, y los seres que evolucionan en ellos no nos molestan ni perjudican mientras nosotros no nos metamos en su mundo y entorpezcamos su labor o desarrollo.
Para hablar del karma hay que hablar de los elementales pero, ¿Qué son los elementales? Los elementales son vidas no individualizadas -con respecto a nosotros - no son conscientes de lo que hacen, y están involucionando a través de los mundos como si formaran parte de la materia de los mismos, con la diferencia de que responden a los estímulos exteriores para así comenzar a “experimentar”. Por ejemplo: Los elementales del mundo mental están “menos evolucionados” que los del mundo de deseos, porque éstos ya han descendido más y han aprendido a responder a los estímulos de nuestros pensamientos y a las Jerarquías de ese mundo, y ahora lo están haciendo de igual manera en el mundo astral. Por esa fase -o similar- ha pasado el Ser humano, y según hemos involucionado hacia la materia, nos hemos familiarizado con sus diferentes grados de densidad, y hemos empezado a utilizarla hasta que hemos adquirido el poder de crear formas para poderlas utilizar como vehículo experimental. Con esta explicación queda claro que hay elementales -vidas- en los diferentes mundos donde estamos evolucionando, y que estos elementales se sirven de nuestros pensamientos, deseos y emociones para evolucionar ellos también. Actúan de acuerdo a las Leyes Divinas y del propio mundo donde están, por eso, cuando hablamos de como la Ley de Causa y Efecto nos devuelve el mal o el bien que hemos hecho, podemos decir que ellos también intervienen como agentes de esta Ley. Pero como he dicho, no son inteligentes ni tienen maldad, sólo responden a determinadas vibraciones de la materia y la utilizan para su propia “evolución”.
Gracias a estos elementales la humanidad es consciente del mundo que le rodea, siente gracias a que estos elementales transforman las vibraciones exteriores en sensaciones, son ellos los que hacen que podamos influir a otros con nuestros pensamientos, sentimientos y deseos. Cuando una persona es consciente y tiene el poder de trabajar en los mundos invisibles, puede, por medio de su voluntad, ordenarles lo que quiera por medio del lenguaje del sonido y el color. Estos obedecerán, (aunque seamos inconscientes de ello) todo lo que se le mande sin discernir entre lo que es bueno y lo que es malo -en este secreto radica la magia negra, aunque muchas personas hoy la practiquen diciendo que es magia blanca- Por eso, entre otras cosas, se han ocultado estos conocimientos.
Pongamos un ejemplo de cómo funcionan estos elementales a nivel del trabajo mental humano. Cuando una persona crea un pensamiento, la vibración de ese pensamiento, atrae un elemental que está en la misma vibración y utiliza a éste como vehículo del cual adquirirá experiencia, dependiendo del trabajo o misión que tenga. Si es un pensamiento que va dirigido contra otra persona, este elemental irá hacia la otra persona e intentará penetrar y afectar a su cuerpo mental para estimularle o hacerle pensar en el mismo sentido de la forma de pensamiento que él lleva. Después de esto, el elemental vuelve al creador del pensamiento y le devuelve -como efecto- el mal o bien que ha mandado, pero engrandecido por el efecto que haya causado en la persona a quien lo mandó.
De esta forma, el elemental “evoluciona dentro de su involución” utilizando los pensamientos del hombre como alma y vehículo. Pero, como he dicho, están en todos los mundos y por lo tanto, están en nuestros propios cuerpos invisibles. Sabiendo esto podemos llegar a la conclusión de que tienen relación, no solamente con los pensamientos, sino que también la tienen con el cuerpo de deseos. Es decir, que nuestros deseos, sentimientos, odios, etc. también les sirven para experimentar por medio de esa respuesta vibratoria.
El mundo del pensamiento es el mundo del sonido y el del deseo es el mundo del color, esto también significa que estos elementales se dividen en multitud de vibraciones de sonido y color para poder utilizar y responder a los pensamientos y deseos del hombre. Esto es así, cuando pensamos una determinada cosa, emitimos una vibración en nuestro cuerpo mental -que se relaciona con el Mundo del Pensamiento-, esta vibración o sonido atrae a un elemental que esté en esa vibración y éste actúa como un transmisor. Cuando este pensamiento desciende al mundo del deseo para que se forme el sentimiento, emoción o deseo adecuado, acude otro elemental del color, -Mundo del Deseo- que también lo utilizará para asimilar algo de la experiencia que ese pensamiento tenga. Por eso, los clarividentes que alcanzan a ver el cuerpo de deseos, ven toda una serie inmensa de colores en movimiento que indican el estado emocional y de deseos en que esa persona se encuentra. Con esta explicación llegamos a la conclusión de que el hombre está atrayendo constantemente a estos elementales y los está utilizando para manifestarse y para percibir las impresiones del mundo físico. Hay algo más importante aún, y es que, por medio de ellos estamos sembrando ese “karma”, bueno o malo, que en su momento nos repercutirá en esta vida o en las próximas.
Si meditamos sobre estas enseñanzas, podemos darnos cuenta del beneficio de ciertos hechos ya mencionados, como por ejemplo la repetición -nota clave del cuerpo vital-, para que por medio de su práctica podamos formar un cuerpo mental y de deseos más elevados. Por este mismo conocimiento llegaremos a la conclusión, de que podemos crear un medio ambiente de paz y armonía en cualquier rincón de la casa, a través de la oración y la devoción, ya que así atraeremos elementales que se identificarán con esas vibraciones y trabajaran aumentando la armonía espiritual. Pero también es cierto que si una persona se encierra en crear pensamientos negativos, lo que está haciendo es formarse una especie de cárcel que no le permitirá ver la luz -el bien- y no querrá ni que le hablen. Hasta que esta persona no comience a pensar positivamente para atraer elementales más elevados, no podrá descubrir lo positivo de la vida y de las personas, porque esa coraza es como un cristal oscuro y sucio que no le permite ver claramente el mundo real.
Este es un ejemplo concreto de cómo actúa el karma, la persona misma es quien se ha encerrado en su propio mundo de negatividad y tristeza. Sin embargo, el hombre tiene la Voluntad como primer aspecto del Espíritu, y es esta voluntad la que le puede sacar del sufrimiento que ella misma se ha causado. El hombre es libre, y nadie es quién para quitarnos ese derecho, ni los Ángeles y Arcángeles lo hacen, porque saben que es un derecho universal, por lo tanto, el que aquí en la tierra quita la libertad u opera sobre la voluntad de otra persona para que haga algo que no quiere, no sabe lo que está haciendo y la Ley kármica se lo tendrá que enseñar.
El hombre puede cambiar su carácter y destino gracias a este conocimiento oculto y a que puede crear pensamientos y sentimientos espirituales que atraerán elementales seleccionados por todos sus buenos ideales. Cuando estos se repiten, crecen y toman colores brillantes que atraerán más materia similar de esos mundos, hasta que el Maestro vea la “luz” que brilla en la oscuridad y haga acto de presencia. El hombre puede hacer mucho bien a la humanidad gracias a este conocimiento, porque, no solamente va sembrando bien con sus buenas acciones y pensamientos, sino que además, puede, de manera voluntaria y consciente, mandar pensamientos y sentimientos amorosos y desinteresado a otras personas, para ayudarles a superar muchos problemas. También es esta la forma en que el hombre se crea su propia atmósfera -aura- espiritual, su templo invisible en el que se refugia para orar y fortalecerse ante las pruebas difíciles, su espíritu familiar, y incluso el espíritu de patria, religión, etc.
Si el hombre no pensara no tendría karma, porque cada pensamiento nuevo se queda marcado en el átomo simiente como base para el karma de su próxima vida. Los animales no tienen karma porque no tienen cuerpo mental. El Ser humano es el único responsable de sus actos voluntarios que nacen en la mente, y por ello, ésta Ley nos da a cada uno el efecto de cada causa que hacemos aquí en la Tierra. Somos sembradores de karma, y estamos unidos a cada grano -pensamiento, palabra y obra- que sembramos para recoger el fruto que nos dé. Si cuidamos y sembramos cuidadosamente nuestros granos, cosecharemos buen fruto que nos vendrá en forma de “buen destino”; si nos descuidamos, no tenemos derecho a reclamar ni a quejarnos, porque sólo nosotros hemos intervenido en la siembra. “A mayor conocimiento mayor responsabilidad”, esta es la escuela de la vida, y de esta escuela nadie puede escapar porque, “cada causa tiene su efecto y cada efecto tiene su causa.”
Los Ángeles del Destino (del karma), no dejan nada al azar, ellos toman nota exacta de todos nuestros actos, y por eso intervienen antes de renacer para formar ese molde etérico -cuerpo vital- que tiene que ver con el karma de nuestra futura vida. La grabación que hacemos en cada vida sobre el átomo simiente, es la base del karma y es lo que nos hace sufrir después de la muerte en el purgatorio, de estas imágenes grabadas, formamos nuestro cuerpo para la próxima vida. Así podemos ver claramente que, si creamos causas buenas, estaremos facilitándonos nuestra estancia en el purgatorio, desarrollaremos cuerpos de más elevada vibración, y crearemos un destino más fructífero y lleno de oportunidades para nuestro propio desarrollo y el de la humanidad. Dice Annie Besant que: Las aspiraciones y deseos elevados de una vida se convierten en “capacidades” en la siguiente; que la repetición de pensamientos elevados se convierten en “tendencias”; que la voluntad de hacer cosas se convierten en “acciones”; que las experiencias se convierten en sabiduría; y que las experiencias dolorosas se convierten en conciencia; así actúa la ley de Causa y Efecto.
Cuando el Ego desciende para su nuevo renacimiento en el mundo físico, lleva consigo los átomos simiente cuyas vibraciones muestran su grado de desarrollo interno. Si en una vida nos esforzamos por hacer el bien y ser mejores, elevaremos esa vibración y en el descenso de los átomos-simiente, atraerán materia de más elevada vibración para formar los cuerpos de nuestra futura vida. Aquí también vemos como actúa el karma, dándonos los vehículos que necesitamos y lo que merecemos como herramientas para aprender por medio de la experiencia. Como es natural, según sea la vibración de estos cuerpos, la voluntad, y hacia dónde dirijamos nuestro interés en la vida, vamos sembrando el bien o el mal. Según sea la causa, así será el resultado, y por eso podemos decir que si en una vida una persona, aún sin medios, se esfuerza por servir desinteresadamente, en la próxima vida podrá servir mucho más, pero cuando no aprovechamos las oportunidades que nos dan para nuestro desarrollo, la ley del karma nos trae problemas y frustraciones.
“En el transcurso del tiempo utilizado en escribir este libro sólo he tenido en mi mente una intención, que el que lo lea pueda alcanzar un gran desarrollo espiritual por medio de la práctica de todo este conocimiento”. Pienso que es un libro de los que se debe leer durante cinco minutos y meditar una hora, haciendo esto, nos daremos cuenta de que podemos vivir la vida como nosotros queramos, en el bien o en el mal. La persona que se esfuerza por transformar su carácter, por medio de estar voluntaria y conscientemente alerta con todo lo que crea en pensamiento, palabra y obra, está creándose un futuro destino lleno de oportunidades para alcanzar grandes alturas. Sólo tiene que decidirse y ponerse a trabajar, la Ley del Karma se encargará de darle todo el bien que se merece.
Cuando el hombre transforma lo malo en bueno a través de este conocimiento, está transformando el mundo y ayudando a la humanidad, pero además está aniquilando su karma. El conocimiento puede hacer variar el destino, y por lo tanto el karma, no hace falta nada más que crear “causas buenas” para “neutralizar las malas”; los elementales buenos se encargarán de cumplir la misión de neutralizar a las vibraciones negativas para que no nos tienten. Cuando actuamos así, manifestamos el impulso Divino que todos llevamos dentro, y nos fortalecemos para llegar cuanto antes a nuestra meta. Este conocimiento nos da paz y confianza ante cualquier problema porque actuamos de acuerdo a estas leyes, cuando uno colabora con algo, está en el mismo tren y dirección para llegar al mismo sitio. Por medio de este conocimiento podemos ser colaboradores para la salvación, curación y pacificación del mundo, pero no hay que olvidar esto, “No os quejéis de vuestro destino, porque vosotros lo habéis creado como ahora estáis creando el de vuestra futura vida, haced frente a los problemas con optimismo y de corazón porque sabéis que una vez pasados ya no vuelven; tened presente que cada deuda que pagamos es fortalecimiento para vencer otra, y recordar que sólo nuestras obras pueden estorbarnos y sólo nuestra voluntad puede esclavizarnos.

del libro "Métodos esotérico-prácticos para el desarrollo interno" de Francisco Nieto Vidal

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